La melancolía no es hastío. La tristeza no es tedio. Para hastiarse hay que emprender una revolución interior para la que el melancólico no tiene fuerzas. Sólo deja la vida pasar y pesar.
Me ha ocurrido en varias novelas de Baroja que me identifico con sus mujeres melancólicas. La que con un ojo enhebra la aguja y con el otro mira a España. La estudiante que no encuentra consuelo en el porvenir o la mujer casada con hijos que no termina de sentir plenitud. Sin que esto parezca un strip-tease emocional, pues mi identificación es sutil, no literal.
La última mujer barojiana en tocarme el corazón ha sido Laura en «Laura o la soledad sin remedio». Toda la novela está escrita con la tinta de la melancolía de Laura. Ella viaja, escapa de la guerra, encuentra el amor, es madre… pero la soledad. Una soledad inexplicable.
Muchas veces anduve la Gran Vía en grata compañía y tenía que disimular el terrible desamparo. El metro puede llegar a ser una tortura y el rincón de limpieza del super mi favorito para llorar.
La melancolía es compatible con la energía. Puedes estar a todo. Cumplir con todo y con todos, pero en lo más íntimo de tu ser esa soledad infinita, ese temblor palpitante que avisa de un derrumbamiento. No tiene tratamiento la melancolía. No es ansiedad, no va con diazepam, ni con valerianas. La melancolía sólo va con saberla llevar. Arrastrar las palabras y el cuerpo a la vida. Es resucitar el ánimo varias veces al día. La melancolía es agotadora. Mi pequeña concesión es ensimismarme alguna vez. Quedarme sentada o metida en la cama, con el edredón cubriéndome hasta la sien, y esperar. Pasará. Luego queda el regusto triste de haber caído pero el orgullo de haber levantado. Es una lucha interior a cámara lenta, de plano cenital. La melancolía es una vida en sepia. Una melodía de Arvo Pärt. Una rama del árbol de casa de abuela. Un rayo de sol que te hace ladear la cabeza con suavidad.
No pasa nada. Aunque llores un día como si hubieses fracasado completamente en la vida, vendrán los días en los que tengas las certeza de que eso no es verdad.
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